Al conocer la historia de resiliencia de Dana Levy, uno pensaría en uno de los versos que catapultó a la inmortalidad al poeta Antonio Machado, porque por ir tras su sueño, ella “hizo camino” con su andar para otras mujeres y especialistas latinoamericanos en Canadá, en el área de salud bucal.
Dana es israelí de nacimiento, pero vivió su infancia y adolescencia entre Colombia y Venezuela, aunque lleva más de la mitad de su vida en Canadá. A ello se suma su historia de vida como descendiente de judíos rumanos, lo que la hace heredera de un bagaje cultural interesante: “soy de muchas partes”, suele decir con convicción.
Como mujer a la que desde muy niña le ha tocado emigrar por varios países, Dana está convencida de que la adaptación de las personas pasa por la mentalidad de quien llega, pero también por la receptividad de las comunidades: “no es solamente lo que hice, es adonde llegué”.
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Una historia de resiliencia familiar como migrantes rumanos
Para Dana, una de las claves que le ayudó a adaptarse rápidamente a diversas culturas y grupos fue justamente el roce que desde muy niñas, tanto ella como su hermana, tuvieron en casa con personas de distintos lugares, por lo que era común para ambas ver en casa a personas de todas partes del mundo.
Su padre, un rumano que llegó a Israel con 20 años y fue diplomático de Naciones Unidas como miembro de la Organización Meteorológica Mundial, que estuvo trabajando en impulsar una conciencia para el cuidado del medioambiente, con la creación de sistemas de riego y purificación de agua para países en vías de desarrollo.
Su madre, quien llegó de Rumanía a Israel siendo una adolescente, se formó como química industrial en el Instituto Weizmann de Ciencias, trabajó posteriormente en un laboratorio de ingeniería molecular, en una época en la que las mujeres empezaban a formarse como universitarias.
Al emigrar a Latinoamérica, su madre se reinventó. Tras aceptar dar clases en el colegio colombo-hebreo como profesora en hebreo y de historia hebrea, decidió formarse como educadora en la Universidad Nacional de Colombia. De ese ejemplo, Dana aprendió que: “si no lo vas a hacer bien, entonces no lo hagas”.
Un hogar judío con matices venezolanos en Canadá
Ese ejemplo es el que le ha querido transmitir junto a su esposo, Michel Weiss, a sus tres hijos: Eliana, Tamar y Joel; a quienes les inculcó a hablar español en la casa: “mi esposo es venezolano, también hijo de rumanos, pero los domingos mis hijos preparan arepas para cenar”.
Ambos se conocieron en Caracas, pues Dana se integró a su curso en el último año de bachillerato, cuando se mudó a Venezuela después de vivir dos años en Canadá. Desde el colegio, construyeron una bonita amistad que tiempo después, se convirtió en una historia de amor que aún hoy se mantiene vigente.
Una odontóloga venezolana en Canadá
Si hay algo que agradece Dana a Venezuela es justamente la posibilidad de haber podido formarse con altos estándares como odontóloga en la Universidad Central de Venezuela, hecho que fue alabado en Canadá: “mis colegas no me pueden creer que estudié odontología gratuita”. Sin embargo, Dana tuvo que demostrar su potencial.
Mientras buscaba opciones de estudios, tuvo la posibilidad de entrevistarse con el director de posgrado de Cirugía maxilofacial de la Universidad de Toronto: “eres mujer y esta es un área dominada por hombres, así que vas a tener que poner tus huevos en otra canasta, porque Toronto no va a servir para ti”.
Este hecho la desilusionó, pero fue justamente su esposo quien la motivó a aplicar. Estaba claro para Michel que su esposa no podía rendirse ante el rechazo de un hombre ya entrado en años, que tenía un paradigma obsoleto y misógino sobre las ciencias y la medicina.
La historia de una mujer empoderada
Fue así como Dana se motivó a aplicar en tres universidades y tras varias entrevistas, fue aceptada en todas ellas, por lo que debía ser ella quien se decantara por una opción, la cual terminó siendo Toronto porque ya tenía ciudadanía canadiense.
Gracias a que logró sobreponerse al rechazo del principio, Dana logró abrir un espacio no solamente para los latinoamericanos que quisieran estudiar odontología en la Universidad de Toronto, sino en especial para las mujeres, quienes hasta su llegada, tenían pocas posibilidades de ser admitidas en el posgrado.
Como madre y profesional, Dana aconseja a las mujeres jóvenes que “no todo se puede hacer a la vez, ni tiene que ser todo perfecto”. Destaca que, aunque la familia es la base de la sociedad, el rol de madre no debería solapar lo profesional, pues en la vida hay etapas para cada fase.
Es así como con su empeño, la Dra. Levy incita a las personas a pujar por sus sueños profesionales o personales, porque además de la satisfacción que nos dejan, nunca se sabe las oportunidades que dichas acciones marcan para quienes vienen detrás de nosotros.
Historias que contar con Dana Levy
Si quieres conocer más al detalle, de boca de la propia protagonista sobre sus principios, motivaciones, logros y vida familiar, entonces te invitamos a mirar la entrevista que desde Producciones Make it happen tuvimos el gusto de realizar para conocer su historia que contar, que la ha llevado a ser una mujer plena y feliz.
Fascinante historia, gracias por compartir y dejarnos tus enseñanzas de vida