Vivimos en tiempos de disrupción tecnológica, en los que personajes como Joe Rubinsztain han creado un sello de liderazgo en innovación. Como enamorado de las ciencias de la información y la medicina, logró combinar dos de sus grandes pasiones en pro del bien común.
Joe es un hombre con amplia visión de futuro. Aunque es médico egresado de la UCV (Venezuela), supo desde un principio que su visión estaba más allá de los consultorios: en la telemedicina.
Graduado de Harvard Business School, Rubinsztain se considera a sí mismo como un estratega que busca ayudar a sus clientes a desarrollar productos, a motivar a sus empleados y que se atrevan al cambio.
Esa idea le llevó a convertirse en CEO de ChronWell y fundador de gMed, una startup especializada en sistemas y servicios de información de salud para gastroenterólogos en EE. UU. que fue vendida en 2015 a Modernizing Medicine.
Tabla de contenido
Un lugar mágico para el despertar espiritual
Esta historia que contar sobre la vida de Joe inicia en Polonia, justo después de haber acabado la Primera Guerra Mundial, cuando sus abuelos buscaron emigrar hasta San Cristóbal en Venezuela, debido a la situación económica en la que se hallaban.
La decisión estuvo basada en que, por aquel entonces, tenían muchos allegados en la ciudad andina. Sus abuelos paternos eran comerciantes y dueños de una quincallería llamada “La Rosa Blanca”.
Al ser parte de una comunidad muy pequeña de judíos, los Rubinzstain no contaban con un lugar en el cual orar, por lo que decidieron convertir el piso superior de su casa en una sinagoga o como bien lo expresa Joe: “un lugar mágico”.
Fue en ese lugar donde el Joe niño comenzó a soñar, mientras presenciaba por tv hechos históricos que marcaron a la humanidad como la llegada del hombre a la luna, o el trágico accidente aéreo de Renny Ottolina.
La familia Rice: Una historia de resistencia
Sus abuelos maternos, también llegados de Polonia, se establecieron en Valencia, estado Carabobo. Eran sobrevivientes del Holocausto, pues habían estado en el campo de exterminio de Sobibor, por esas circunstancias de la vida que algunos llaman suerte y otros, destino.
Cuenta Joe que su abuelo, carpintero de profesión, antes de la guerra había hecho algunos trabajos en las casas de varios miembros del partido nazi. Pero ante lo inesperado que tiene la vida, un oficial lo reconoció pues había trabajado en su casa, así que quiso rescatarlo de la fila.
El hombre, temiendo por la vida de su esposa, le dijo al oficial que no se movería de la línea sin ella, y así fue como ambos lograron salvarse a pocas horas de una muerte segura.
Al verse fuera del campo de exterminio, la pareja solo tenía la opción de sobrevivir en el bosque y unirse a la resistencia. Fue de esta manera, como en medio de la guerra y la lucha por la supervivencia, que bajo un establo vino al mundo la madre de Joe.
El interés en la computación médica desde la infancia
Desde pequeño, el mundo de la medicina le era familiar. Su padre estudió para ser gineco-obstetra en la Universidad de Los Andes, mientras que su madre egresó de Psicología por la Universidad Andrés Bello.
Cuenta que desde temprana edad se había sentido cautivado por los ordenadores, cuando en casa de Francis Krivoy y de otros amigos de la escuela, había podido jugar con ellas haciendo programación.
Eran otros tiempos, y aunque tenía muy en claro que su pasión estaba en las ciencias de la informática, su sueño informático tuvo que esperar unos cuantos años.
Claro, decir en 1979 que querías dedicarte a la computación médica sonaba descabellado. En aquel entonces, la informática parecía un mundo de fantasía, antes que una carrera profesional, así que Joe no tuvo otra opción que decantarse por la medicina.
Aunque su pasión por innovar también era herencia de su padre, David Rubinsztain quien falleció el 03 de octubre de 2021, gineco-obstetra responsable de innovar en la medicina venezolana, ya que gracias a él en 1976 comenzaron a practicarse ecosonogramas en Venezuela.
Un niño inseguro
Cuando se le pregunta sobre su infancia, Rubinsztain no duda en admitir que aunque la gente veía a un líder nato, en el fondo era un niño inseguro, alguien que necesitaba revalidarse frente a los demás, llamar la atención para sentir que era merecedor de amor y cariño.
Alrededor de sus 17 años y tras el divorcio de sus padres, su posición económica varió un poco, y con él esa representación que le daba el dinero. Sin embargo, fue la oportunidad de oro para Joe de abrirse y conocer personas nuevas como estudiante de medicina en la UCV, donde ya no importaba el poder adquisitivo.
Paralelo a ello, Joe vio la necesidad de comenzar a ganarse la vida por su cuenta. Fue así como durante sus vacaciones forzosas entre paros universitarios, acopló su pasión por la computación con su carrera en medicina: utilizaba sus conocimientos en informática para armar bases de datos de pacientes.
Emigración forzosa y el nacimiento de gMed
Un evento desafortunado que no pasó a mayores, llevó a Joe y a su esposa Gaby a tomar la decisión en 1995 de emigrar de Venezuela. En aquel entonces, Joe tuvo que abrir una de las primeras cuentas en internet del país y enviar el CV a Estados Unidos.
Fue contactado por una empresa en Los Ángeles, la cual le ofreció un ticket para una entrevista presencial. Los Rubinsztain, emocionados, se instalaron en el país norteamericano, pero la motivación de Joe por el nuevo empleo duró solo 48 horas.
Admite que quizás era su sentido de independencia, pero encontraba el trabajo sin reto alguno. “Sentía que no estaba cantando mi canción, sino la de otro”, así que pensó en arrancar en Estados Unidos una empresa con la que pudiera suplir el vacío existente en aquel momento entre el mundo tech y la medicina.
Con ese ímpetu, logró contactar con varios de sus más selectos clientes en Venezuela y diversas personas del mundo de la medicina en Estados Unidos, con quienes ya había laborado en Venezuela, para invertir en el fundraising del proyecto.
Desafortunadamente, y a pesar del esfuerzo, la empresa no pudo sobrevivir, lo que llevó a Joe a sentirse frustrado no solo como emprendedor, sino como persona insegura. Eran finales de los 90 y debieron mudarse de ciudad a Florida.
Pero el ingenio siempre aflora. Lo que hoy conocemos como home office, Joe ya lo practicaba desde hace más de 20 años, cuando él mismo junto a su hermano, creó una red local en su nuevo hogar para trabajar interconectados.
Trabajar desde casa
Si a Joe le preguntan cómo recuperó a gMed de las cenizas, diría que fue gracias a que conectó con esa música de sus raíces latinas, pero también porque empezó a trabajar a su ritmo.
Desde casa, sin cumplir con un horario de oficina, las cosas parecían tener otro matiz. Fue así como el joven programador, quien siempre fue un autodidacta en el mundo de la informática, retomó el amor por lo que tanto le gustaba hacer.
Poco a poco, con paciencia, logró junto a su hermano, un empleado y bajo la administración de su esposa, revivir a la empresa. ¿La clave? Reconectar con la pasión, con aquello que le hacía perder la noción del tiempo porque lo disfrutaba.
La crisis financiera del 2008 y la ética corporativa
Nuevamente, la vida pone a prueba a Joe. La burbuja financiera estalló y su empresa, que ya poco a poco comenzaba a dar signos de rentabilidad, debió retroceder. Joe recuerda aquellas fechas amargas, con aquella voz en su cabeza siendo indolente.
Los tiempos difíciles forman a las grandes personas…
Recuerda que debió comprar la participación de un socio, a quien le quedó debiendo una suma relevante. De palabra, se comprometió como emprendedor a devolver el restante, lo cual logró cumplir el 2015 cuando aquel empresario pasaba por una situación de emergencia.
Pero para que eso fuese posible, Joe siguió apostando por el restablecimiento de su empresa, hasta convertirla en una de las más importantes del mundo tecnológico médico en Estados Unidos, razón por la cual captó la atención de Modernizing Medicine, quien finalmente la adquirió.
Chronwell y la ética corporativa
Tras su salida de gMed, el dr. Rubinsztain y su equipo habían firmado un acuerdo de no poder volver a crear un emprendimiento en la misma área de su empresa anterior, al menos no durante un buen tiempo por temas de ética corporativa.
Pero fue justamente de su anterior experiencia, de donde Joe extrajo una serie de datos importantes que pudo aplicar en su más reciente emprendimiento. Aunque el camino que tuvo que recorrer tampoco fue fácil, hoy es una empresa que apunta a la innovación en la relación entre el paciente y el médico.
¿Cómo lograr que la tecnología sea una extensión del doctor? Esta fue la pregunta que se hizo Joe junto a su equipo de trabajo, para hacer de Chronwell una extensión o asistente a distancia del médico para la supervisión y administración de tratamientos a distancia.
Historias que contar con Joe Rubinsztain
La historia de Joe como emprendedor demuestra que la clave del éxito está en perseverar y apostar por lo que amamos hacer, y que aunque nuestras inseguridades están allí llenándonos la cabeza, no quiere decir que sean reales.
Muchas anécdotas de Joe se nos han quedado en el tintero, pero queremos que las disfrutes, así que… ¡Ve por un cafecito y disfruta de nuestra entrevista a través de nuestro canal en Youtube!
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