cirueta de un hombre con una maleta viendo un bello paisaje

Miguel Arrieta Zinguer: lecciones de vida para reinventarse

Sentarse a conversar con Miguel Arrieta es abrir una compuerta hacia grandes lecciones de vida. Profesor universitario, abogado, de fe inquebrantable y con un corazón bondadoso, actualmente vive en Israel tras su salida de Venezuela.

Y es que tristemente, nadie espera en el cénit de su carrera profesional tener que dejarlo todo, porque simplemente ya nada es lo mismo, porque su condición de vida cada vez empeoraba más en su país natal.

Esta es la historia del ‘profe Arrieta’, como le conocen sus exalumnos, así como a millones de venezolanos, a quienes les tocó salir de Venezuela para establecerse en uno nuevo, en el que debió iniciar de cero.

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Miguel Arrieta

La curiosa llegada de los primeros judíos al Táchira

Dicen que todo es cíclico, así que puede que esta historia de migrante y de reinvención personal no sea nada nueva en el relato familiar de los Zinguer, de quien Miguel es heredero por parte de madre.

A veces la vida parece marcada por pequeñas señales que, de haber sido diferentes, los resultados hoy fueran otros. Esa es la historia de vida de los Zinguer, una familia proveniente de Besarabia (Moldavia), específicamente de Novoselytsia, un pequeño pueblo ubicado en la frontera entre Rumanía y Ucrania.

Eran mediados de la década de los veinte del siglo anterior cuando el tío abuelo Miguel, como muchos judíos, buscaba emigrar de Europa oriental a Perú. Con tal proyecto en mente decidió irse hasta Hamburgo, donde podría optar por una visa al país suramericano.

Pero la vida le tenía otros planes. En efecto, emigraría al cono sur, pero otra tierra sería su nuevo hogar. Por motivos que aún se desconocen, el joven no pudo obtener el permiso para establecerse en el país de los incas.

Curiosamente, terminó coincidiendo con el cónsul de Venezuela en aquel entonces, el Dr. Ramón Ignacio Chacón, quien le extendió una invitación a venir al país por las posibilidades de desarrollo económico.

El hombre, entusiasmado por la idea de progreso y la tranquila vida tachirense, tomó un barco a tierras venezolanas. Dos años más tarde, en 1927, motivado por las buenas nuevas de su hermano, el abuelo de Miguel decidió establecerse en San Cristóbal.

Tras trabajar vendiendo telas, logró reunir el dinero suficiente para traer a su novia, con quien se casó en Caracas. De ese matrimonio, nacieron cinco hijos. Una de estas personas era la madre de Miguel.

La curiosa llegada de los primeros judíos al Táchira

Por otro lado, su padre nació en Santana, uno de los tantos humildes poblados que rodean al río Magdalena, en Colombia. Tras quedar huérfano desde muy pequeño, quedó al cuidado de una tía, quien alimentó su curiosidad intelectual voraz.

Desde joven tuvo gran interés por hacer carrera como cónsul, embajador y diversos cargos como representante de Colombia. Fue así como estuvo a cargo del consulado del país cafetalero en San Cristóbal, donde conoció a la madre de Miguel.

De hecho, recientemente la Universidad del Magdalena le otorgó el honoris causa a Pablo Arrieta tras cumplir 100 años de vida, y por su inconmensurable aporte a la diplomacia del estado colombiano.

Un amor imposible

Desde luego, las diferencias religiosas entre ambas familias hicieron que el amor entre la jovencita quinceañera y aquel joven católico unos cuantos años mayor, no pudiera concretarse por los momentos.

Dicen que lo que te toca, ni que te quites, y esta historia de amor aún tenía telar que contar. Así fue como 15 años después del rompimiento, esta vez ambos enamorados lograron finalmente consumar su amor.

Pero… Las diferencias seguían allí. Tras unos cuantos años, el matrimonio no pudo sobrevivir a los contrastes, por lo que ambos terminaron divorciados. Ella regresó a Caracas a vivir con su hermana melliza, Rebeca, quien fue su gran apoyo para la crianza de Miguel, mientras que él siguió su vida como diplomático.

Aunque Miguel no pudo compartir mucho tiempo de la niñez y juventud con su padre, su madre se encargó de cultivar el amor y el respeto hacia él, con quien ha compartido tiempo de oro en su vejez avanzada, regalándole horas e historias que lograron conservarse en su memoria, a pesar de los años.

La fortaleza de las mujeres Zinguer

Para Miguel, su madre y su hermana melliza fueron parte fundamental de su vida. Las describe como mujeres inteligentes, trabajadoras, emprendedoras; quienes se dedicaron a brindarle lo que ellas no tuvieron en San Cristóbal.

Criado en San Bernardino, Miguel pudo cursar en un colegio comunitario para judíos, y asistir a un barrio en que el llegaron a haber hasta seis sinagogas, gracias al amplio margen de judíos que habitaban la zona.

A diferencia de su madre y sus hermanos, quienes en su momento debieron estudiar en colegios católicos y criarse en un entorno no-judío, lo que les generaba un contraste muy grande entre lo que vivían fuera del hogar.

Una tía para recordar y una madre emprendedora

De esta maravillosa mujer que marcó la vida de su sobrino, Miguel recuerda su tenacidad, su amor por los estudios y el arte, y ese empeño que la llevó a sacar dos carreras universitarias, y su intachable carrera como funcionaria pública, hecho que inspiró a su pequeño sobrino a cumplir sus sueños.

Por su parte, su madre, quien en sus palabras era una mujer muy creativa y con una sensibilidad especial, se dedicó junto a su familia a sacar adelante una empresa de servicios alimenticios en su natal San Cristóbal, por lo que el joven Miguel debió quedarse viviendo un tiempo solo en Caracas.

Adiós a la idea de ser arquitecto

Cuando a Miguel se le pregunta sobre cuáles eran sus aspiraciones de joven, sonríe y responde sin dudar: “quería ser arquitecto”. Era un convencido de que esa era su carrera soñada, tenía libros de arquitectura en su hogar, y las obras arquitectónicas caraqueñas le inspiraban a soñar.

Pero un par de meses antes de terminar su carrera como bachiller en el colegio comunitario en Caracas, debió regresar a San Cristóbal porque su madre había enfermado gravemente, razón por la cual debió regresar para no volver.

Al joven le afectó drásticamente el cambio de entorno. Pasó de vivir en una ciudad en la que tenía a sus amigos de toda la vida, y con quienes compartía a menudo, a una ciudad en la que no conocía a nadie.

Su carrera como abogado

Puede que haya sido este cambio de ambiente o los resultados de un test vocacional que un tiempo antes recibió en Caracas, pero al momento de inscribirse en la Universidad de Los Andes, dijo sin temor a equivocarse que quería ser abogado.

Pero no se arrepiente. La abogacía y las leyes se convirtieron en su gran pasión como profesional, razón por la cual obtuvo dos posgrados en el área, una prolífica carrera como profesor universitario en Venezuela, además de una maestría en gerencia.

hombre sonriente sin cabello tiene un audifono blanco al dondo hay un hermoso paisaje con una playa
Miguel Arrieta

Un amor que estaba destinado a ser

¿Pueden dos personas coincidir en los mismos sitios, tener las mismas amistades y no conocerse? La historia de amor entre Mariela y Miguel parecía escrita para encontrarles cuando estuvieran listos el uno para el otro, ya que ambos tenían noviazgos en paralelo.

Por extraño que pareciese, aunque llegaron a asistir a los mismos eventos, solo lograron conocerse varios años después, cuando Miguel era profesor de derecho mercantil y ella es contratada por su alma máter para ejercer un cargo administrativo.

Cuenta que una de las cosas que le ayudó a fortalecer su relación matrimonial con Mariela fue haber sido sincero sobre los términos en los cuales concluyó su relación anterior, y la aclaratoria de que tenía una madre a la que no podía abandonar por nada.

Y de esa hermosa relación nacida desde la concepción de un proyecto de vida juntos, nacieron sus hijos David y Rebeca, quienes están perfectamente acoplados al estilo de vida de Israel, lugar actual de residencia de la familia Arrieta.

Establecerse en Israel

hombre sonriente con gorra y lentes oscuro en sus ojos al fondo un edificio tecnologico grande
Miguel sigue siendo un fanático de la arquitectura

La emigración nunca es un proceso sencillo, de ello pueden dar testimonio personajes como Isack Merenfeld, sin embargo; a veces es un proceso necesario, en especial cuando sientes que la vida se está denigrando en tu país natal.

Aunque lamentablemente no puede ejercer su carrera como abogado o profesor, ni Miguel ni Mariela pierden la fe y el ánimo en continuar, pues tienen dos jóvenes que son sus motores de vida para seguir a diario. Sin embargo, somos nosotros quienes tenemos la potestad de elegir, transformarnos en paz, a pesar de las circunstancias.

Historias que contar con Miguel Arrieta Zinguer

¿Deseas conocer los pormenores y anécdotas del profesor Arrieta? ¿Su salida de Venezuela, sus lecciones de vida y la búsqueda de una mejor calidad de vida para él y su familia? Entonces te invitamos a revisar la entrevista completa a continuación. ¡Si te gusta nuestro contenido, déjanos un comentario y compártelo en tus redes!

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